El virus del sida (VIH) es un gran ‘escapista’. Esta capacidad le viene precisamente de esta proteína que utiliza para infectar las células, y que está en un proceso de cambio constante. Los investigadores han obtenido una imagen en alta resolución de esta proteína de superficie y la han monitorizado para observar cómo cambia constantemente de forma.
La información, dicen los investigadores, ofrece nuevas formas de atacar el virus a través de fármacos y vacunas. En dos artículos publicados simultáneamente en las revistas Science y Nature, los investigadores de la Universidad de Yale, del Centro de Investigación de Vacunas del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas y del Weill Cornell Medical College, describen la estructura y dinámica de esta proteína que el virus utiliza para fusionarse y entrar en las células.
Los científicos han visto que la proteína necesita estar en «un estado de apertura» para fusionarse con otras células y así infectarlas. Sin embargo, cuando está ‘cerrada’ es casi invisible a los anticuerpos. De esta forma, la proteína es capaz de permanecer la mayor parte del tiempo en estado cerrado y sólo se abre brevemente, lo que hace más difícil atacar el virus.
Estos estudios además explican por qué una determinada clase de anticuerpos -descubiertos en muy pocos pacientes infectados con el VIH- ofrecen protección contra la infección. Dichos anticuerpos ampliamente neutralizantes mantienen a esta proteína en su posición ‘cerrada’ y con ello evitan la propagación del virus. «La determinación de la estructura de esta ‘configuración cerrada’ de esta proteína del VIH y la visualización directa de sus fases ‘abiertas’ representan un gran paso adelante para el diseño de nuevos medicamentos y vacunas», señalan los investigadores.