La campaña Tenemos derecho a hacernos la prueba del VIH, presentada por la Coordinadora Estatal del VIH y SIDA (CESIDA), invita en esta ocasión a sensibilizar a la población latinoamericana de la necesidad de realizar la prueba del VIH. La iniciativa ha arrancado el Día Nacional de Concienciación sobre el Sida entre la población latinoamericana, que se celebra en Estados Unidos, y antes del Día Nacional de la Prueba del VIH en España, que tendrá lugar el 20 de octubre.
El objetivo es llegar al grupo de hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres (HSH), debido al incremento de la incidencia de la infección que han sufrido, así como también a las mujeres latinas (el 60 por ciento de las nuevas transmisiones en mujeres corresponden a inmigrantes), para evitar el diagnóstico tardío.
Se estima que en España existen entre 120.000 y 150.000 infectados aproximadamente, y cada año se producen 4.000 nuevas infecciones. Juan Carlos López Bernaldo de Quirós, de la Unidad de Infecciosas y VIH del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, ha recordado que el 30 por ciento del total desconocen que han sido infectados, lo que implica mayor riesgo de propagación para la infección. «Los que llegan al sistema sanitario, antes o después, se van a diagnosticar, pero la gran mayoría están asintomáticos».
Por otro lado, el 48 por ciento de los nuevos diagnósticos se detecta de forma tardía. No obstante, la detección temprana supone diferencias notables en la esperanza de vida. «Una persona que inicia el tratamiento cuando su sistema inmunológico aún no se ha deteriorado hace que se inhiba la replicación del virus, pudiendo tener la misma expectativa de vida que el mismo grupo de población que no presenta la infección».
En cuanto a la mejor estrategia para controlar y reducir la propagación del virus, se considera que deberían aplicarse controles sobre la población desde atención primaria (AP) cuando se superan determinados márgenes de contagio. Lo lógico sería cuando uno de cada mil da positivo, como es el caso de Madrid.
López asume que los protocolos serían costosos a corto plazo, además de complicados de implantar por la estigmatización de la enfermedad. Sin embargo, considera que lo más aconsejable sería aflorar a ese grupo de infectados, tanto por el control de la epidemia como por el ahorro a largo plazo. «Lo que gastemos ahora lo vamos a ahorrar en tratamiento antirretroviral en cuatro o cinco años sin duda».
Fuente: Diario Medico